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Noëlle, 29 años. Artista de manos pequeñas. Madre de plantas y de un perro llamado Ficus. Ilustradora, diseñadora gráfica, fotógrafa aesthetics y bloguera desde la cuna.

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Mi apasionante experiencia con ortodoncia



A finales de este mes hará medio año (¿¡medio año ya!?) desde que me retiraron la ortodoncia y por fin me siento (cojo todo "el papo" que he tenido estos seis meses y lo tiro por la ventana) y blogueo sobre esta interesante experiencia para asustar o animar a los que meditéis la idea de poneros brackets.



Empezaré explicando que para mí, la decisión de ponerme brackets, la tuve clara mucho tiempo antes de conseguir ponérmelos. Mis dientes (mi sonrisa) eran mi mayor complejo. Siempre he sido muy risueña y me río con mucha facilidad, así que solía olvidarme de este complejo hasta que aparecía una cámara. Y entonces cerraba la boca. Tengo años y años de fotos con sólo una sonrisa cerrada, la misma expresión en cada puñetera foto. Y me molestaba estar tan limitada, pero no podía remediarlo: odiaba cómo se veían mis dientes.



Al tener los dientes "hacia atrás" en muchas fotos parecía que estuviera mellada, con un agujero oscuro. Y si se veían... me hacían ver como una niña pequeñita, como si fueran de leche. Mi problema fue precisamente esto: los dientes de leche. Me salieron los dientes "definitivos" de manera muy temprana, aún con los dientes de leche ocupando su espacio. Por ello, una vez se cayeron los de leche, los definitivos quedaron detrás (y al cerrar la boca, quedaban por detrás de los dientes inferiores, un drama).



Los dientes puñeteros en cuestión eran un incisivo lateral (izquierdo) y un colmillo (derecho). Dos pedazo de hijos de... señalados en la foto de aquí arriba. Y con dicha foto (que me la hice nada más ponérmelos) empezamos a hablar de la increíble aventura que supone ponerse brackets.

En mi caso elegí un dentista de barrio, de estos que son un piso, al ladito de mi casa. Estoy muy muy contenta tanto con el trato como con el precio, duración... ¡TODO! Creo que no he podido tener más suerte. El tratamiento ha durado sólo 1 año y 2 meses, y me ha costado (ya está to' pagao') 2.500 €. Cuando recibí dos becas (por mi cara bonita (?) y por mis buenas notas) pude pagármelo (por fin) porque sino, dependiendo de la economía de mi hogar, aún estaría con los dientes aleatorios. Lo bueno de mi dentista es que el precio era cerrado, es decir, si se aumentaba la duración del tratamiento no tenía que pagar más de 2.500 €. Y parece una tontería, pero conozco muchos casos (hola Manel) en que parece que les estén haciendo la pirula alargando más y más los meses porque de esta manera, obviamente, se sigue cobrando.

El primer paso fue el mejor *sarcasmo, mucho sarcasmo*. Me pusieron unas gomitas azules (cuyo color representa las lágrimas que derramarás con ellas) a cada lado de las muelas donde ponen las bandas metálicas que aguantarán el arco (palito). Estas gomas se quedan ahí durante unos cinco días, abriendo espacio (a base de tortura) entre las muelas. Fue lo más doloroso, el peor momento. Yo odio los purés y toda la comida triturada y esos días no me quedó más remedio que alimentarme así. No puedes masticar porque las gomas se te clavan en las encías y duele todavía más. Dolorcito del bueno. 



Después de la tortura de las gomas llegó el día señalado en que me las quitaron y me convirtieron en Robocop. Al principio me vi horrible, ¡horrible!, porque incluso los labios se te ponen de patito para acostumbrarse al enjambre metálico con el que has adornado tus dientes. Otro tema peliagudo es "comer con brackets". Cada caso es un mundo, pero en general no podrás morder cosas más o menos duras y sobre todo no podrás "arrancar" (ni pizzas, ni bocatas, ni "bocaos" a nada). Todo es acostumbrarse a los cubiertos (hasta para comer al aire libre) y a que se te quede la mitad de la comida enganchada en la ortodoncia (un pa' luego bastante grande). Ah, y a las llagas y cortes. Una carnicería.



Pero una de las cosas positivas es que enseguida notarás el cambio. En la foto de aquí arriba sólo había pasado un mes y ya mis dientes dejaron de colarse por detrás de los inferiores. ¡Wow! Es bastante motivador sentir que todo va a mejor, y de hecho es lo que debes pensar el primer día cuando te ves horrible y te arrepientes de todo: a partir de ahora, todo irá a mejor.



Y para bien o para mal, el tiempo pasa muy muy rápido. Tan rápido que ¡tachan! El 21 de enero de 2015 ya tenía los brackets fuera. El proceso de retirarlos es un poquiiiito incómodo: te los arrancan. A la fuerza. No hace daño pero notas mucha presión y es como si te estuvieran torturando para sacarte información. Después te limpian la resina (que te aplican el primer día para proteger el esmalte) con muchísima agua fría. Y acabas empapado. Así pillé un gripazo monumental. Pero tenía mis dientes rectos, ¡por fin! Después de años y años deseando tener una sonrisa recta y disponible para sonreír en cada situación.



Ahora sonrío sin miedo, sin complejos. Además me hice un blanqueamiento posterior a la ortodoncia y lo recomiendo mucho para terminar de estar perfecto, aunque también aviso de que es otro proceso un poco doloroso... pero vale la pena. La ortodoncia, en sí, vale la pena. Como muchísimo mejor (con mis dientes de antes no podía pegar buenos mordiscos ni comerme una manzana a bocados), me veo muchísimo mejor, me divierto muchísimo mejor... ¡Todo ventajas!



En resumen: es caro, es un tiempecito, es doloroso, no debes olvidarte de ponerte la ferula dental cada noche después de quitártelos o podrías volver a tenerlos mal puestos; pero vale la pena. MUCHO. Y además, por mucho que haya pintado la realidad tal cual es (con toda su sangre y lágrimas) no es una experiencia tan terrible: yo soy una pupas, si he soportado el dolor tú podrás soportarlo de sobras; apenas notarán que los llevas (en serio, creo que hay gente que aún no se ha dado cuenta de que me los he quitado), mi novio me conoció antes de ponérmelos y no me dejó a pesar de convertirme en un híbrido robot (el amor no tiene barreras metálicas, no temáis), incluso me tiraron la caña llevando brackets (pobres ilusos) por lo que no estás tan "feo" ni "monstruoso", el resultado te gustará sí o sí (aunque al principio ni te reconozcas como me pasó a mí), te cuidarás mucho más la higiene bucal después de valorar lo que cuesta conseguir una sonrisa así y lo más importante de todo: podrás reír sin miedo. Y no hay nada mejor que poder reír.

Sin complejos.



Cheese!

Comentarios

  1. No hay éxito sin pasar por un camino poco uniforme, así que enhorabuena. Estupenda historia. Que quien quiera pasar por donde tú vea que es posible alcanzar esa meta. Saludos!

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  2. ¡Muchas gracias! Esa es la intención de la entrada :) Antes y durante mi experiencia con brackets me tiraba horas buscando al menos las imágenes de las experiencias de los demás (o el antes y el después) para animarme y motivarme. Sólo espero conseguir alentar a los que como yo sufren un gran complejo y quieren ponerle remedio.

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