¡Encantada de conocerte!

Noëlle, 29 años. Artista de manos pequeñas. Madre de plantas y de un perro llamado Ficus. Ilustradora, diseñadora gráfica, fotógrafa aesthetics y bloguera desde la cuna.

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Lo que opinen de ti

"Siempre que necesites escribirle a alguien, escríbeme a mí". Así empieza el bloc de notas en el que últimamente me escribo un poquito cada día. Desnudarme frente al teclado me ayuda a canalizar lo que siento. A veces acabo borrando párrafos con miles de letras, otras veces me releo lo que he escrito como si se tratase de un mantra.

Y otras veces, como hoy, me apetece compartir con el mundo una pequeña parte de las palabras que me ayudan a cicatrizar las heridas. Por si alguien más necesita leerlas.

Me pregunto por qué cada lección de la vida tiene que doler. Me gustaría que existiese una clase teórica que bastase para asimilarlo todo sin tener que sufrir el examen. Este post de hoy es lo que me hubiese gustado leer hace años antes de implicarme en las redes sociales hasta acabar escaldada.

Empezaré diciéndoos que siempre me ha gustado gustar. Y qué rabia, no entiendo por qué tengo que ser así. O puedo llegar a entenderlo, pero no quiero compartiros ese análisis en voz alta. Me importa lo que opinen de mí aunque Mecano me cante que "lo que opinen los demás está de más". Me afecta lo que puedan decir a mis espaldas y aunque tengo más que asumido que para gustos colores no soporto que me traten de manera injusta y dañina.

Que si no te gusta... pues no mires, ¿no? Pero no busques contagiar tu animadversión a los demás (que tienen derecho a tener su propia opinión). No sé, a mí no me gusta la cebolla pero no la pongo en contra de nadie.

Las redes sociales son un escaparate tanto para bien como para mal. Bien por publicitarte (en caso de que busques repercusión para tu trabajo), por conocer a gente nueva de gustos similares o por entretenerte en la rica procrastinación. Mal por la deshumanización que le otorga el poder a cualquiera para prejuzgar, criticar y emitir comentarios desafortunados sin ningún tipo de remordimiento ni castigo.

Incluso en los días en los que más trabajo para deshacerme de esa necesidad de gustar me encuentro con algo que me afecta irremediablemente y que está ligado a lo de que me traten de manera injusta. En las redes sociales nos labramos una reputación. Y qué impotencia cuando deciden teñir tu agua con una gota de tinta, por pequeña que sea. Sí, nos tiene que resbalar lo que digan de nosotros... pero qué difícil cuando eso que dicen se propaga como un virus y te crea una fama que sientes que no mereces. Que le falta contexto y falta a la verdad.

Así que yo muchas veces me he enjugado las lágrimas y he salido a partirme la cara por mi reputación. He dado explicaciones que nadie necesitaba oír, me he justificado hasta por las cosas más mundanas y he ido añadiendo capas opacas a la transparencia con la que llegué a estos lares. He perdido el tiempo intentando comprender a los haters y al final he optado por ser más selectiva con lo que comparto y con quién me dejo compartir.

Os pondré algunos ejemplos que he vivido en mis propias carnes. 100% reales, por absurdos que parezcan (y lo son):

  • Si decides establecer límites, cortas por lo sano con cualquiera que atente contra tus principios y no quieres engatusar a alguien con quien la relación es insostenible, te llaman radical y extremista.
  • Si optas por la cordialidad y la tolerancia y te llevas bien incluso con la gente que a veces te hace rechinar los dientes porque en la balanza pesa más lo bueno que te puedan aportar, te llaman falsa y bienqueda.
  • Si priorizas mostrar lo bonito de tu día a día, centrándote en lo positivo y ahuyentando los momentos amargos (que todos tenemos, esto no debería ser ningún misterio) te llaman irreal y mentirosa.
  • Si accedes a mostrarte vulnerable y hablas abiertamente de tus demonios, tus lágrimas y tus días malos te acusarán de querer llamar la atención y de vender la pena.

Esto último lo tacho porque para mí es de muy mal gusto.

En definitiva, el quid de la cuestión del texto que os estoy vomitando hoy: no se puede ganar en un juego amañado. No hay manera de hacer las cosas bien con alguien que siempre te va a ver con malos ojos.

Da igual si intentas ser una persona equilibrada (entre la brutal honestidad y la diplomacia, entre el optimismo y la amargura). Todo da absolutamente igual: tus circunstancias, tu contexto, tu pasado... no son más que excusas sin validez para el que quiera pensar mal de ti.

Y si quieren opinar mal, lo harán. Punto. Game over.

Así que si incluso quieres aprender y recapacitar según el feedback que te den sobre ti los demás hay que tener muy claro que no todas las opiniones son válidas y muy pocas deben importarnos. ¿Y si vienen de las redes sociales? Personalmente no me quedaría con ninguna.

No conoces a nadie por interactuar durante uno, cinco o diez años. No has saboreado todas las capas del pastel por leerte toda la cronología de sus tweets o cada entrada de su blog. De lo que no conocemos no deberíamos sacar conclusiones precipitadas ni tener prejuicios. Y ésa es una de las cosas feas, muy feas, de las redes sociales: prejuzgamos incluso de lo que se calla. "¿No se moja en este tema de actualidad? Eso es porque tiene una opinión controvertida". No, basta de bilis. No sabemos de qué manera puede afectarle a alguien un tema, no asumamos que lo evita por estar a favor del verdugo.

Y, por supuesto, no cancelemos a alguien por lo que dijo, pensó y/o sintió hace años. Yo no soy la misma ni siquiera desde mayo. Las personas cambiamos, aunque las raíces estén arraigadas a nosotros. Podemos separarnos en una bifurcación y volver a encontrarnos en el camino años más tarde. Podemos cambiar de opinión. Tenemos derecho a equivocarnos, a enmendar errores y a seguir aprendiendo mientras sigamos vivos.

Si os puedo dar una recomendación escrita con el corazón es que no permitáis que una mala opinión os destruya. Existen las malas intenciones aunque intentemos ver siempre lo bueno en los demás. Detrás de una pantalla siguen existiendo las consecuencias por mucho que tú carezcas de ética. Relee tu tweet antes de darle a "twittear".

Si no te gusta lo que lees aquí, no leas.

Si no quieres seguir a alguien, no le busques.

Si tienes una opinión fea que no aporta absolutamente nada para nadie, métetela por donde amargan los pepinos.

Y como no podemos evitar que la gente opine, diga, haga y deshaga a su antojo... dadles la importancia que merecen: ninguna.

Comentarios

  1. ¡Hola caracola!

    Si ya lo cantaba la gran Taylor Alison Swift: Haters gonna hate *insertar emoji de hombritos pa'rriba*, poco se puede hacer contra el que quiera pensar mal de ti. Es imposible hacerlo todo perfecto para todo el mundo, es imposible que te guste todo el mundo y que tu gustes a todos, esto debería ser de cajón. De primero de internet. Pero ¡Qué cruz! como cuesta aplicarse el cuento a veces por mucho que se lo repitas a tus amigos y a ti mismo.

    Parece un mundo tener que cambiar de opinión en Internet, ¡es que hace dos meses dijiste que mimimi! pues sisi lo dije, pero también me puse como propósito del año ponerme a dieta y ahora mismo me parece una soberana gilipollez. So what? Todos crecemos y casi nunca lo hacemos de la forma en la que creíamos.

    Pero aquí uno de los puntos más importantes ya lo dices tu: si tu opinión no aporta (y encima es a mala leche) te la guardas.

    Un abrazo bien grande y shake shake shake ❤️

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    1. Es que a veces me he encontrado con que el #drama o lo que te echan en cara es ALGO que encontraron rebuscando en un cajón. "Es que dijiste esto", "es que esta persona te caía mal". Pues mira, es que la vida es así de aleatoria y a veces cambias de opinión con una persona que tenías atragantada y también te encuentras que al que tenías en un pedestal se te cae a los pies. Y NO PASA NADA. Pero oye, qué pesaditos son que hasta les amarga que la gente se haga fotos con su vacuna o celebre las pequeñas cosas. ¿Que a ti, Jose Luis, no te importa? Pues menos me importa a mí lo que pienses. EA. Shake, shake, shake. Más sushi y menos bilis. MUÁ.

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  2. "Podemos separarnos en una bifurcación y volver a encontrarnos en el camino años más tarde. Podemos cambiar de opinión. Tenemos derecho a equivocarnos, a enmendar errores y a seguir aprendiendo mientras sigamos vivos."
    Esta frase me ha llegado mucho a la patata, no imaginas cuanto me ha emocionado.

    Espero que estés bien Noe. ♥

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    1. Ay, muchas gracias Cris. "Estoy", que no es poco. Y aunque las cosas duelan siempre se saca algo de ello, el aprendizaje es clave. ¡Un abrazote!

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  3. ¡Holaaaa!

    Yo es que no entiendo a la gente que sigue cosas o personas que no le gustan… ¡y encima hacen comentarios de mierda!
    Ya son ganas de amargarte viendo contenido que, no sólo no te interesa, sino que te impulsa a criticar…

    Yo solo quiero cosas que me hagan bien y por eso me cuesta tanto de entender.

    Besitos ^^,

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    1. Literalmente hay gente que SIGUE cuentas sólo para criticarlas y envenenarse con lo que dicen y hacen. ¡Pero qué necesidad de hacerse mala sangre! Tampoco entiendo la gente que tiene buen rollo con alguien hasta que a ese alguien le pasa alguna cosa buena y uf, la envidia puede conmigo y "me hace daño" ver a otros felices. Seré yo la rara pero te juro que a mí me da paz y esperanza ver en los demás algo bueno y optimista aunque yo lo anhele. Ojalá desearnos entre todos más cosas buenas y menos zancadillas. ¡Gracias por pasarte, amor! ¡Un besote!

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  4. Gran reflexión. Ya sea con redes, con amigos de, con compañeros de trabajo... No hay que centrarse en las opiniones de los demás.

    Un abrazo muy grande ♥️

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    1. ¡Exacto! Porque también a veces afectan mucho las opiniones de la familia (aunque supuestamente te suelten los comentarios desde el "cariño"). No hay que obcecarse en esas cosas porque la opinión, además, puede variar de la noche a la mañana. Lo que importa es lo que opinemos de nosotras mismas, que nos queramos y mantengamos un amor propio sano e intacto. ¡Gracias por pasarte! ¡Un abrazote enorme!

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  5. Admiro que, a pesar de todo esto, sigas compartiendo cositas a diario en tus redes. A mí cada vez me cuesta más; Internet se ha convertido en un lugar en el que ya no quiero estar, al menos no de forma "visible".

    Una de las cosas que más pereza me da de las redes es que hay gente que se las toma en serio. Me refiero a que creen que lo que se muestra en las redes sociales es lo que hay, ni más ni menos. Y detrás de un perfil de Instagram, por ejemplo, hay muchísimo más de lo que se enseña. Si piensan que me conocen por seguirme en redes, están muy equivocados. La vida es otra cosa.

    Y el tema de la cancelación... En fin. Seguramente he cambiado de opinión acerca de unas cuantas cosas desde la semana pasada, ¿cómo voy a opinar lo mismo que hace diez años? Cada día conocemos nueva información, de modo que es natural que nuestra opinión cambie. Poco me fío de los que mantienen el mismo discurso a lo largo de toda la vida, sin modificar siquiera algunos matices.

    ¡Un abrazo!

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    1. Ay, podríamos hablar durante horas sobre estas batallitas de redes... Me pasa lo mismo: cada vez me pesa más. Y como recuerdo lo ilusionada que estaba en mis inicios compartiendo contenido y abriéndome a otros ahora me da mucha pena encontrarme con que lo que antes era por placer ahora es puro sufrimiento. Hay gente que no te perdona ningún fallo (¿en qué momento han asumido que no soy humana?), que te CONTROLA y saca prejuicios hasta por tus likes... lo que siento es que debería darme igual porque nada importa: siempre van a encontrar fallos si los quieren buscar. Intento ponerme en otro papel, una yo menos visceral y menos sensible (lo soy y mucho jajaja), para seguir compartiendo a pesar de. Porque cada vez se hace todo más complicado... con lo amable que sería el mundo si nos esforzásemos en facilitarle las cosas a los demás. ¡Un fuerte achuchón, bonita! Y gracias por ser como eres.

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