¡Hola, hola! ¡Qué poca vergüenza! ¡Ni una sola entrada en todo noviembre! En fin, soy un caso. Últimamente intento hacer tantas cosas a la vez que termino por no hacer nada. Tengo dos dibujos a medias, el rediseño del blog también a medias,
ahora mismo una pierna depilada y la otra no...
¡Un descontrol! De hecho le acababa de comentar a un
amigo bloguero que bloguearía mañana, que hoy estaba perezosa para ello, peeero mañana paso todo el día atareada con escapada al cine incluida para ver
Interstellar. Y, conociéndome, la entrada sobre
"Black Friday" acabaría casi una semana después de dicho
"Friday", por lo que éste acabaría negro y con razón de tanto esperarme.
En fin, allá voy: yo vivía en mi mundo ahorrador (juro que apenas he gastado nada nada en estos meses -no blogueo, no gasto-) y estaba incluso orgullosa de ello. No es que sea una compulsiva ni una shopaholic, al contrario, me lo pienso mil veces antes de soltar un duro (juzgarme, soy catalana). Pero me gusta esto, lo otro, flechazo aquí, me enamoro allá... de hecho algún día os publicaré mi wishlist más extensa y sentiréis compasión por mi pobre (e increíble) novio que intenta hacer realidad todos mis sueños (por caprichosos que sean). Yo le freno todo lo que puedo y más, pero este fin de semana hemos hecho un año y medio juntos y, aprovechando descuentazos de Black Friday - que este año lo han expandido a casi cualquier producto, Dios bendiga América - nos intercambiamos regalitos sorpresa.
Yo le regalé Invictus, de Paco Rabanne, porque el pack regalo era un ofertón que si no lo aprovechaba me arrepentiría toda esta vida y parte de la siguiente (en la que probablemente me reencarne en un husky en Alaska si todo va bien). Era su regalo de reyes pero... ¡qué demonios! Quería que mi chico fuera oliendo súper bien cuanto antes. Él, ni corto ni perezoso, aprovechó para hacer "compras navideñas" que no he podido ni oler pero que de reojo parece ser un bulto demasiado grande para que pueda esperar 23 días más. Y como yo le había dado el regalo de perfume ya, "por el año y medio", él va y me entrega un regalazo en el coche.
Lo desenvuelvo y ai, AI, my feelings. Ya puedo tachar de mi wishlist el libro de Paula Bonet. ¡POR FIN! Llevo tanto tiempo deseándolo que en cuanto vi que salió una edición especial (con extras increíbles) no pude evitar ponerle ojitos a mi novio y enseñarle deliberadamente la súper notícia de la súper edición especial exagerando lo limitada que sería e intentando disimular, a la vez, lo mucho que la deseaba. Y, señores... mueran de envidia. Lo he conseguido. Qué hacer cuando en la pantalla aparece "The End" deja de estar en mi lista para estar en mis manos.