¡Hola, hola! Hoy ha sido el día. El día que llevaba esperando desde el año pasado, y que ya empiezo a coger turno para esperarlo hasta el año que viene.

Hoy (aún) es Sant Jordi. El día del libro, pero para mí y muchos catalanes es algo más. Es un día bonito, y más si vives en la bonita Barcelona.

Uno de los (infinitos) motivos que lo hacen bonito son los recuerdos de que en el cole no suponía un día más. Creces celebrando el 23 de abril con concursos literarios y de dibujo, representaciones teatrales de la leyenda y pequeñas excursiones por las calles llenas de paraditas de libros, dragones y rosas. Muchas rosas.

Este año ha sido el tercer Sant Jordi al lado del amor de mi vida y ha sido envidiable. Paseos (estoy reventada), mirar paraditas, que las paraditas te acosen a grito de ¿¡QUIEREH ROSA!?, comprar libros (seis en total), comer en nuestro japonés favorito y acabar de reventar con un gofre en nuestra crepería favorita. Y conseguir dos rosas, una de ellas comestible (por si aún quedaba alguna migaja de espacio en mi estómago).

Deseo que hayáis tenido un sábado de Sant Jordi tan bonito como el día lo merece. Y, para terminar de adornar estas palabras, como siempre, aquí van unas instantáneas.

Sí, malditos, ya soy una más. He caído en la tentación.

He comprado en Amazon.

Después de convivir semana tras semana con mis compañeros de trabajo y sus compras en Amazon casi diarias por fin me he unido al club acomodado de la compra online. Me he estado resistiendo hasta ahora, no por mí, sino por mi Visa atemorizada. Me gusta comprar (¿¡no me digas!?) y, a pesar de ser catalana *risas enlatadas de sitcom* y pensármelo mucho antes de cada compra se podría decir que soy una shopaholic... y de las graves; porque quiero ropa, cosméticos, accesorios y monerías a la par que videojuegos, consolas, libros y frikadas varias. LO QUIERO TODO.

Quizás esta primera vez en Amazon no ha significado nada, quizás podré contenerme y seguir con mi austera vida de compras físicas (Spoiler alert: no, no podré contenerme). Pero por ahora os narraré la clamorosa aventura de Cómo compré por primera vez en Amazon.

Bueno, he comprado un peine. Y de hecho no lo he comprado yo, lo ha comprado mi novio, lo ha recibido él en el trabajo y básicamente sólo participé en la historia durante 5 minutos para decirle el peine que quería. Fin.

Y ahora os hablo del peine. EL peine. Seguro que muchos y muchas lo conocéis de sobras: el Tangle Teezer. Después de oír maravillas de él (y de que mi versión plagio del Mercadona ya estuviera hecha añicos) me he decidido a ir por la calidad (calidad que, en Amazon, me ha costado 10 euros).

Sí, cactuses. Hoy os traigo cactuses aún siendo muy muy consciente de que lo correcto sería llamarlo "cactus". Pero algunos se comen los restos de la masa al preparar un bizcocho, otros se beben el vinagre de la ensalada y yo, bueno, mi único vicio (además de lo del vinagre) es decir burradas y hablar como una zopenca cuando me apetece. Es decir, siempre. Y los pies son pieses y los cactus son cactuses y así el mundo es un poquito más bonito, ¿no? NO.

En fin, que además de llamar a los cactus como cactuses soy muy fan de éstos. En cualquier formato, con o sin vida (léanse, objetos). No sé cuándo me empezó mi fanatismo por la que probablemente sea la planta más fácil de cuidar de la faz terrestre y de la que puedes salir altamente juzgado si eres tan inútil que no eres capaz de cuidarla.  La cuestión es que me encantan, TANTO que tengo un tablero en Pinterest dedicado exclusivamente a ellos. TANTO, que el otro día fui de compras y casualmente compré dos cosas que saciaban mis necesidades "cactiles".

Podéis hacer click en las fotos, no pinchan. Ba dum tss.

*gente chocándose los puños, aplaudiendo, vitoreando mi nombre*

Imágenes sin argumentar: pequeños detalles de nuestro nuevo hogar para abrir el apetito de querer ver más y más. Enjoy.