Hoy quiero manifestar mi amor por unas joyas y, para ello, primero os contextualizaré mi historial "joyil".
Me cuesta admitirlo... pero fui la típica adolescente llena de complementos. Tenía pulseras de colorines, de botones, de dados, de bolitas, de hilo, de plástico... Llevaba las muñecas con unos cuantos kilos extra. Luego además llevaba más de un collar a la vez... y un cascabel en el cuello. Y además fue la época de cuando me hice los dos piercings de la oreja izquierda, aunque de ésto estoy orgullosa y es algo con más significado del que pueda parecer a simple vista. Pero en fin, que iba hecha un cuadro, un árbol de Navidad con todas sus bolas y lucecitas.
Con el tiempo me he vuelto una persona bastante minimalista en muchos aspectos de mi vida, por no decir en todos. Supongo que la profesión hace a la persona, necesito que todo tenga cierto diseño, coherencia y orden. Hogares acogedores de tonos suaves "estilo nórdico" frente a las paredes rojas y recargadas de objetos, ropa casual de básicos y estampados en muy pequeña dosis en contra de los outfits barrocos y, por supuesto, joyas suaves y simples respecto a las recargadas lámparas de araña que se ponen algunas.
Aún teniendo joyas que cumplen con mis
exquisitos gustos actuales
nunca estoy satisfecha. Siempre quiero
alguna pieza más para variar, para no llevar siempre lo mismo, para complementar mejor un
outfit o porque
me enamoro perdidamente de dicha joya y no tenerla en mi posesión es algo
inaudito. Y aquí es cuando matizo: siempre quiero
alguna pieza más... de
AINA Joies.