¡Hola, hola! Sí, ya era hora. Toca hablar de Francia, del maravilloso, breve e intenso viaje por tierras francesas. Con él, Àlex, el chico de mis sueños. Suspiro muchísimo de amor ahora mismo sólo con escribir estas letras. Resaca amorosa postvacacional.
Por donde empezar... Hay muchísimas fotos y he intentado elegir "las mejores" pero aún así son tantas que creo que dividiré esta pequeña gran historia en dos entradas. A cierta personita le encanta que diga esto, y ya que es bastante protagonista hoy no me voy a censurar de decirlo una vez más si sé que le hará sonreír, ¡si hacéis click a las fotos se hacen bien grandotas!
Después de unas cuantas horas en la carretera con el mejor conductor del mundo (no exagero, conduce mejor que mi padre, y él es camionero profesional, no digo más) y bajo las indicaciones de la mejor copiloto del universo (aquí exagero, pero me da igual) llegamos a Elne, un pueblecito al sur de Francia la mar de bonito. Allí estuvimos riendo, cocinando, haciendo saltar la alarma de incendios, durmiendo como marmotas, etc., en un apartamento-buhardilla de ensueño.
Elne ya de por sí era precioso. En pocos paseos ya nos lo conocíamos como si llevásemos toda la vida viviendo ahí. Desayunamos un croissant auténtico en Francia; bebimos vino y comimos un queso Camembert que olía a muerto y que hacía que todo el apartamento oliese a muerto pero que estaba increíblemente delicioso. No, no sabía a muerto. Menos mal.
Pero el plato fuerte no era Elne, sino Collioure. Es de esos sitios de los que no te querrías marchar nunca. Un pueblo pesquero de anchoas con pequeñas playas de piedrecitas y calles estrechas llenas de flores. Y, al igual que Elne; edificios, puertas y ventanas compartían colores divertidos y llamativos. Hicimos un descanso en un bar cuya barra era un barco de verdad (oh Dios mío) y nos divertimos como críos buscando algún recuerdo que llevarnos a casa.
También vivimos un momento mágico e inolvidable cuando, haciéndonos fotos en una pequeña entrada al mar donde se veía todo el pueblo, otra pareja nos pidió que les hiciéramos unas cuantas instantáneas. Pero la cosa no quedó ahí, y mi novio fue cómplice de grabar una pedida de mano que hizo aplaudir a los turistas entre los que nos encontrábamos. Creo que fue una indirecta del destino para que mi novio vaya captando ideas...
...¡Y parece que sí que tuvo alguna idea! Como recuerdo del encanto de Collioure él se llevó un colgante (regalo de la nena) y yo me llevé un bolso-fresa (amor a primera vista total) y un anillo de "pre-prometida" para que nunca olvide nuestra primera escapa romántica juntos. Como si pudiera olvidarla... :)
No miento, Collioure es precioso.
El día fue nublado pero aún así nunca había sentido tanta fascinación por un lugar. Exploramos castillos y catedrales antiguas, sufrimos al no encontrar apenas nadie que no hablara otra cosa que no fuera francés (y yo sólo sé decir "omelette du fromage"), encontramos un río con vistas a los Pirineos (cuyas vistas también disfrutamos desde Elne) y fuimos tan tan tan felices que ni con todas las imágenes y explicaciones del mundo os lo podríais imaginar.
Tocó despedirnos. Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Pero yo ya me muero por volver a tener un verano tan perfecto. El mejor de mi vida... por ahora :) Antes de despedirnos de las tierras francesas pasamos por Perpignan, donde tuvimos un último momento mágico. Aparcamos y empezaron a caer unas gotitas. "¿Nos la jugamos o volvemos al coche a por un paraguas?" "Nos la jugamos". Y vaya si nos la jugamos. Apenas vimos alguna cosa de Perpignan con tanta lluvia jajajaja.
Pero logramos llegar hasta "El castellet" y nos metimos bajo el arco. Allí había un chico cantando canciones tan preciosas como "Losing my religion" o "La vie en rose", y disfrutamos de su música un buen rato (dándole los pocos céntimos que nos quedaban) mientras la lluvia no nos daba tregua. Sin embargo lo recuerdo como uno de los momentos más bonitos del viaje, como una de esas casualidades que te hacen vivir una experiencia mágica que si la hubieses planeado no te saldría igual de bonita.
Y así fue, a grandes rasgos, nuestra primera pequeña escapada amorosa juntos. La primera de muchísimas mil millones más de aventuras. El cierre final para el mejor verano de mi vida junto a la persona que más quiero en el mundo. Aquel que se esfuerza y consigue hacerme más feliz de lo que nunca soñé que podría llegar a ser. Soy la chica más afortunada de la galaxia, lo sé, no hace falta que me lo digáis :)
Te quiero mucho muchísimo Àlex. Gracias por todo, absolutamente TODO :)
No quería volver a casa :(
Y hasta aquí las palabras. En la siguiente entrada encontraréis más imágenes :)
Es tan absolutamente pasteloso todo que me muero de amor.
ResponderEliminarSubidón de azúcar jajaja
ResponderEliminar¡Yaaaay! Soy la patosa que no podía comentarte hace 5 min. Arreglao'
ResponderEliminar¡Qué amorositos soys¡ y qué bonito que puedas tener por escrito todas las sensaciones de un primer viaje juntos para poder releerlo en cualquier momento. Yo también guardo en un diario, ya roñoso, la primera escapada que hice con mi novio (a Girona) y me hace sonreir siempre que lo leo.
Y qué decir de Colliure es taaaaaan bonito y tan especial, que nunca me cansaría de ir creo. Me apunto el pueblito de Elne y te recomiendo Carcasone y Castres. Están también en el sur de Francia y son geniales para hace un viajito de fin de semana en coche :)
Besitos y ¡a seguir sumando escapadas!
Marina
¡Gracias bonita! (¡Pudiste dejar el comentario! ¡BIEN!). A mí también me encanta poder volver a releer todas estas sensaciones... es lo que MÁS me gusta de plasmar momentos en un blog. Nos han recomendado mucho Carcasone, ¡tenemos que ir! ¡Muchos besitos y gracias por leer esta entrada del pasado!
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